domingo, 18 de noviembre de 2007

"Fin"

Sé que me había propuesto no volver a hablar de trabajo, o de mi jefe. Pero esta vez tengo que hacerlo. Simple y llanamente, porque se acabó.

Después de 2 años de trabajo, mi jefe ha decidido no renovar mi beca otro año más. Cómo no, a su manera: después de haber firmado todos los papeles correspondientes al visto bueno para que me renovasen, y pendiente únicamente de que me firmaran en la empresa la re-incorporación a mi puesto el pasado día 10, el último día de plazo para presentar los papeles de la renovación, mi jefe me dice que ha decidido no renovar mi beca.

No queda ahí la cosa. Por lo que sé por mis compañeros, el motivo es que según él, yo he ido difamándolo y contando mentiras sobre él a sus espaldas. No me extraña, porque últimamente, la culpa de todo lo que ha pasado siempre ha sido siempre mía (según él, claro). El caso es que esta vez tengo parte de culpa, pues como otros de mis compañeros me enteré de esas "mentiras" (entre comillas porque son completamente ciertas) y las comenté con ellos.

El caso es que ahora vuelvo a estar en paro, y toca volver a buscar trabajo. Es una putada, sí, pero me alegro de haber salido de ahí. No es bueno para la salud mental trabajar en esas condiciones.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Si supiera pintar, pintaría. Pero no sé pintar. Tengo una imagen en mi cabeza, y esto es lo único que sé hacer. Y sólo cuando estoy triste.

Una calle desierta en la noche. Edificios antíguos, altos, oscuros. Ventanas mudas, puertas cerradas.

Es una noche fría. Más que fría, vacía. Ni siquiera hay soledad, porque no hay ni quien esté solo.

No hay luces. Ni estrellas, ni tampoco nubes. Ni el menor sonido, ni tan siquiera viento.

Sólo una calle desprovista de todo encanto y poesía, vacía, fría, bañada en luz blanca de una luna vulgar, común. Cualquiera.

Únicamente una sombra alargada e informe se balancea de lado a lado, como un péndulo.

Al final de la sombra, en el extremo de la calle, un bulto encorvado, envuelto en una capa que no calienta, renquea hacia el final de la calle, con pasos cortos que parecen no avanzar nunca

Esta noche, ese bulto, soy yo.

There we go again...

Sí, allá vamos otra vez.

Hoy mismito, y por supuesto sin decirlo abiertamente (al menos delante de mí), mi jefe me acusa de robar material de laboratorio que no he visto (y menos usado) en todo el año que llevo en el laboratorio. Mi compañera, la única que lleva más tiempo que yo, tampoco lo ha visto.

Era lo único que faltaba. Ahora ya es oficial: que alguien me de la bienvenida al fantástico mundo del mobbing.

Y para remate, acaban de decirme que la chica que me gusta acaba de empezar a salir con alguien, y que me olvide de ella. Fantástico, otra más.

¿Para cuándo algo que me salga bien?