sábado, 8 de noviembre de 2008

De cómo un paseo de "3 horas 45 o 4" se convierte en 13 horas fuera de casa

Dicho así, no parece tan grave, pero hay agravantes: de las 13 horas, 6 y pico han sido caminando por el monte con las piernas molidas de haber jugado al fútbol sala contra gente de Magisterio de Educación Física, y eso habiando dormido apenas 2 horas y media la noche anterior, mas alguna cabezada durante las casi 7 horas de coche que me he tragado.

La cosa ha sido más o menos así:

El jueves, como casi todas las semanas, había pachanga de fútbol sala, y como no tenía mejores planes, pues me apunté. Y tras dos horas de correr tras unos que parece que no se cansan, recibir pelotazos (y patadas) salvajes, y algún que otro leñazo contra el suelo, pues llego a casa y me planto frente al PC. Y enseguida, el messenger: que si me voy a apuntar a salir a la montaña el sábado (curiosamente, con todo el tiempo que hay para planear estas cosas de una semana a la siguiente, siempre lo acabamos organizando entre el jueves noche y el viernes).

Yo, con las energías agotadas y las piernas doloridas, contesto que no estoy para muchos trotes, que vengo de la pachanga y me duele todo, y que además, el viernes tengo una cena y probablemente me acostaré tarde, pero que si lo que vamos a hacer es poca cosa, que me apunto.

El otro ya está lanzando las campanas al vuelo: que si nos vamos a tal sitio (creo recordar algo sobre "Granada", lo que viene a significar Sierra Nevada), así que le paro los pies: ni de coña tan lejos. Le recuerdo que voy a salir el viernes noche, y que no pienso levantarme antes de las 6, lo que ya de por si es una gran concesión.

La respuesta no se hace esperar: "Bueno, pues nos quedamos por aquí cerca... podemos ir a Santiago de la Espada, que es una hora en coche, y hacemos un par de cumbres, de 1800 y 1900 metros las dos... unas 3 horas 45 o 4 y poco, eñ 90% por senderos".

Yo hago mi cálculo: unas 4 horas de montaña suele ser algo como dos horas y media para subir a las dos cumbres, y una hora y algo en volver al coche, lo que de por sí implica que la salida va a ser poco más que un paseo.

Lo malo es que pasé por alto un "pequeño" detalle. Bueno, dos: lo bien que conocía las alturas de las cumbres y la duración de la ruta que se le acababa de ocurrir que podíamos hacer, y que desde mi casa al pueblo de este amigo, ya es casi una hora de coche, y desde allí hasta el pueblo que mencionó, no es una hora, son dos, así que en total, son unas tres horas de coche hasta llegar. Lo malo es que en ese momento no me di cuenta de ninguna de ambas cosas.

Así que como la cosa me convence, me apunto, a falta de quedar con el otro amigo que suele venir también.

Hasta aquí todo normal. Igual el viernes: quedamos con el otro amigo, y yo me voy de cena con los amigos. Entre una cosa y otra, al final, acabo llegado a casa a eso de las 3 de la madrugada. Pongo el despertador, me echo un par de horas, y tras algunas vueltas "extra" en la cama, acabo por levantarme a las 6 y 20 de la mañana, sin acusar demasiado cansancio, además.

Tal como habíamos quedado, a las 7 estoy en casa de mi amigo, y algunos minutos después salimos a recoger al otro, el culpable de todo. Llegamos a su pueblo un poco antes de las 8, y lo encontramos en el bar de costumbre. Tras los saludos de rigor, y el cafetito para terminar de despertarnos, el "amigo" saca un folio con un mapa, calcado del libro de rutas... que no se ha traído.

Nada más verlo, me doy cuenta de que me ha vendido la moto: lo primero que dice el papel es "Desnivel: 700 m". No es nada del otro mundo, hemos hecho salidas con más desnivel... pero teniendo en cuenta el estado en el que estaba, sí, es una barbaridad.

La siguiente línea no es mucho más alentadora: "3 h 45 a paso rápido". Sólo con eso, ya me empiezan a dar pinchazos en rodillas y tobillos: nuestro ritmo normal, ya de por sí, es rápido. Si además lo especifica en la previsión de tiempo, debe ser algo como que vamos a hacer la ruta corriendo. Algo muy lejos de mis posibilidades en ese momento.

El cabreo ya era importante: no sólo era obvio que me había liado, sino que además, en ese punto ya no podía volverme atrás (o sea, a mi cama), porque hasta allí habíamos ido en el coche del otro amigo, y el mío estaba en su casa.

Resignado, me meto en el coche y cierro los ojos, intentando, por lo menos, aprovechar el viaje para dar alguna cabezadita, cosa que consigo.

Cuando me despierto, casi hemos llegado. Unos minutos después, estamos bajando del coche y preparando las mochilas y demás. Al vaciar mis bolsillos, un últimos vistazo al móvil: las 10. Pero... ¿no era una hora de camino nada más? En ese momento, se hizo patente que me la había colado de verdad. Y lo peor aún estaba por llegar.

Como suele pasar cuando vamos por terreno desconocido siguiendo las instrucciones de alguna guía (que, curiosamente, siempre suelen estar "muy mal indicadas"), nos perdimos. Sin embargo, lo extraordinario de este caso es que esta vez apenas tardamos 20 minutos en hacerlo. Como quien dice, nos perdimos nada más bajarnos del coche.

Y por supuesto, cuando nos perdemos, empiezan las improvisaciones, cómo no, de mano de mi amigo el "liante", que es como los protagonistas de los chistes feministas: es incapaz de reconocer que no sabe por dónde va, y, escudándose en que "lo dice la guía/el mapa" nos hace ir por donde a él le parece, que suele ser en una dirección que se aparta 90 grados del rumbo correcto. Y por supuesto, implica subir y bajar desniveles importantes perfectamente evitables empleando tan solo un poco de lógica.

Hoy creo que hemos bajado unos 50 o 100 metros sólo para cruzar al otro lado de un arroyuelo, para después recuperar la altura, caminar un par de kilómetros, y volver a cruzar al otro lado. Todo esto, porque antes de bajar, se le ocurrió que había que ir a la derecha (cuando en realidad lo lógico era la izquierda, o hacia adelante). Con todo esto, yo ya iba como 50 metros por detrás de mis amigos, principalmente, por tres razones:

1 - Mi condición física no me permitía mantener su mismo ritmo
2 - Poder acordarme a gusto de toda la familia del "liante"
3 - Mantenerme a la distancia suficiente como para no oírlos discutir sobre cuál era la dirección correcta, y mantener así al menos la esperanza de que supieran por dónde iban.

Al final, conseguimos hacer la primera cumbre, tras unas dos horas y media de marcha, mientras que según las notas del libro indicaban que debíamos haber tarddado una hora y media... pero claro "el libro está mal".

Desde la primera cumbre, con la perspectiva desde lo alto, pudimos ver claramente por dónde debíamos haber ido: un sendero bastante bien marcado que iba ganando altura cómodamente, y con el que seguramente hubiésemos llegado a la cumbre en el tiempo previsto. Además, quedó demostrado que ese era "el buen camino" cuando "el liante" sacó de su mochila un estupendo mapa a escala militar de la zona, que dicho sea de paso, nos hubiese ido de perlas al principio para no equivocar el camino.

Un ratito más tarde volvíamos a estar en marcha, y apenas algo más de una hora después estábamos en la segunda cumbre. Allí, ante mis quejas por la paliza que estaba resultando "el paseo", "el liante" demostró su profunda sorpresa y desconocimiento de mis condiciones soltando un "Ah, ¿pero es que vas mal? Haberlo dicho, hombre". Sí, es evidente, debí haberlo dicho: cómo podía esperar que él se diese cuenta de que no estaba en condiciones para una salida así, si sólo se lo había dicho dos días antes, cuando planeábamos la salida. Además, no había forma humana de que notara que yo no estaba bien, sólo tenían que pararse a esperarme cada poco.

Finalmente, bajamos de la segunda cumbre por un pedregal que terminó completamente con mis rodillas y tobillos, pero claro, era "el camino más lógico", así que para qué íbamos a molestarnos en rodearlo. O para qué iban a molestarse en esperarme...

Al final, y tras las preceptivas tres horas de coche, llegué a casa. Me duché, me cambiém cené algo, y hace un par de horas, me metí en la cama... pero aunque parezca mentira, después de haber dormido apenas 3 o 4 horas entre la noche de ayer y las cabezadas que di en el coche, soy incapaz de dormirme...

Moraleja: Nunca salgas "de paseo" por el monte sin estar al 100%, porque "las guías están muy mal indicadas", y lo que en un principio puede parecer un paseo, puede terminar por convertirse en casi una odisea... sin que, por supuesto, sea culpa del que te vendió la moto con la cosa de la salida.

Es decir, que no vuelvo a salir de montaña después de jugar al fútbol sala, o habiendo salido la noche antes,... o aunque sólo me duela una pestaña, que nunca se sabe.

O al menos, no saldré sin pedir el informe completo de distancia hasta el punto de la salida, longitud de la ruta (con el consiguiente mapa), desnivel acumulado y desglose por tramos, previsión meteorológica, duración según diferentes ritmos de avance, y cualquier otra garantía que me pueda parecer interesante.

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