sábado, 20 de diciembre de 2008

Ayer noche, a las tantas, volvía a casa después de una de las tantas cenas que hemos organizado en los últimos meses. Para reducir la probabilidad de encontrarme con controles de alcoholemia, elegí el trayecto de la autovía.

Tal vez sea por las fechas que son, tal vez por el cansancio, pero apenas había subido a la autovía me invadió una sensación de déjà vu, de familiaridad y añoranza de esa escena: una atuovía de noche, luz de farolas sobre el asfalto, y un largo camino por delante, aunque en esta ocasión sólo se tratara de un par de kilómetros.

Lo extraño del caso es que hace bastante que no viajo de noche, pues casi siempre suelo hacerlo de día, aunque aún así, tengo que admitir que sí que hace bastante que no viajo, y que me apetece hacer una escapada a alguna parte, pues este año apenas he "salido".

Tal vez el año que está próximo a entrar me traiga más viajes; tal vez a sitios donde alguien me espere, o quizás incluso con alquien en el asiento del copiloto.

jueves, 11 de diciembre de 2008

"¿Que están dónde?"

- ¿Si?
- Hola, estamos atascados en el montacargas, ¿podrían venir a sacarnos?
- ¿Perdón?
- Nos hemos quedado atrapados en el ascensor, que vengan a sacarnos.
- ¿Dónde dicen que están?
- En el edificio de ÁTICA, nos hemos quedado atascados en el ascensor. Necesitamos que vengan a abrirlo para que podamos salir.
- ¿Están en el ático, atascados en el ascensor?
- No, no, que estamos atascados en el edificio de ÁTICA, en el montacargas.
- Oiga, llamen a un técnico, han llamando a la Guardia Civil de Murcia...
Y nosotros, los atascados en el ascensor (los dos técnicos que nos iban a montar el Rack y yo), alucinando. Nosotros no habíamos llamado a ninguna parte, sólo habíamos pulsado el botón de Emergencia del ascensor (el típico con una campanita amarilla que hay en todos los ascensores), pensando que nos comunicaría con la conserjería del edificio, la Unidad Técnica, o la Garita de Seguridad del Campus.

Por supuesto, el Guardia Civil al otro lado de la línea tomó nota de dónde estábamos, qué había pasado, y la marca del ascensor "para dar el aviso"... o para asegurarse de que no era una broma.

Para no perder el hilo, la cosa siguio por el estilo. Descartada la opción del botón de Emergencia, recurrimos a llamar desde el móvil al servicio de asistencia: sobre el panel del ascensor había una pegatina del servicio técnico de Otis, con un número de teléfono.

Se pone una señorita, que muy amable nos confirma que nos mandaría al técnico en cuanto le dijéramos el número de serie del ascensor (para saber dónde está), ése que comienza por "XE". En efecto, ahí estaba, sí, una pegatina bien grande con un número treinta y dos mil y pico... sólo que no empezaba por "XE". Estaba justo debajo de donde está la pegatina del servicio técnico de OTIS, y justo encima del panel donde pone la marca del ascensor: Pecrés.

Entonces, ¿por qué el servicio técnico lo da OTIS?

Por suerte, no tuvimos demasiado tiempo para pensarlo: mientras los informáticos hablaban con la señorita de OTIS, yo, al no poder localizar al conserje, llamé a mis compañeros, que por suerte sí consiguieron localizarlo, y ya estaba ahí para rescatarnos.

Y manda narices: 5 años de edificio, y somos los primeros que se quedan atrapados en el ascensor.

A los 10 minutos llegó el técnico del ascensor, y nos preguntó si habíamos oído un golpe antes de que se atascara. Lo cierto es que sí, habíamos oído un golpe, como de chapa sobre chapa. Según él, tendríamos que haber oído un golpe de la leche, porque la guía por la que se mueve el ascensor estaba toda doblada y dada la vuelta... (lo que casi se "dobla" en ese momento son los técnicos, de color blanco pajizo del susto al oír lo que le había pasado a la guía...).

Al final, tras martillear un buen rato la guía parece que consiguió volver a colocarla correctamente, y el ascensor volvía a funcionar... al menos lo suficiente para que técnico nos lo parase en la segunda planta y poder sacar (por los pelos) nuestro Rack. Aunque en el momento de marcharnos, el ascensor seguía sin funcionar bien, al parecer porque no reconocía en qué piso estaba.

jueves, 27 de noviembre de 2008

¿Google Street View Murcia?

Acabo de cruzarme por la carretera con el coche (o uno de ellos, que creo que hay varios) de Google Street View. O eso me ha parecido, porque dudo mucho que haya otros coches con semejante mástil colmadito de cámaras.

Para más señas, me ha parecido (no es cosa de fijarse mucho en el coche que viene en sentido contrario mientras conduces a 100 por hora) que era un Opel Astra negro, aparentemente sin ninguna identificación de lo que es.

Supongo que dentro de no mucho tendremos el Street View de Murcia, aunque como probablemente no vayan grabando por las carreteras y autovías, no creo que la imagen de este encuentro quede inmortalizada.

sábado, 8 de noviembre de 2008

De cómo un paseo de "3 horas 45 o 4" se convierte en 13 horas fuera de casa

Dicho así, no parece tan grave, pero hay agravantes: de las 13 horas, 6 y pico han sido caminando por el monte con las piernas molidas de haber jugado al fútbol sala contra gente de Magisterio de Educación Física, y eso habiando dormido apenas 2 horas y media la noche anterior, mas alguna cabezada durante las casi 7 horas de coche que me he tragado.

La cosa ha sido más o menos así:

El jueves, como casi todas las semanas, había pachanga de fútbol sala, y como no tenía mejores planes, pues me apunté. Y tras dos horas de correr tras unos que parece que no se cansan, recibir pelotazos (y patadas) salvajes, y algún que otro leñazo contra el suelo, pues llego a casa y me planto frente al PC. Y enseguida, el messenger: que si me voy a apuntar a salir a la montaña el sábado (curiosamente, con todo el tiempo que hay para planear estas cosas de una semana a la siguiente, siempre lo acabamos organizando entre el jueves noche y el viernes).

Yo, con las energías agotadas y las piernas doloridas, contesto que no estoy para muchos trotes, que vengo de la pachanga y me duele todo, y que además, el viernes tengo una cena y probablemente me acostaré tarde, pero que si lo que vamos a hacer es poca cosa, que me apunto.

El otro ya está lanzando las campanas al vuelo: que si nos vamos a tal sitio (creo recordar algo sobre "Granada", lo que viene a significar Sierra Nevada), así que le paro los pies: ni de coña tan lejos. Le recuerdo que voy a salir el viernes noche, y que no pienso levantarme antes de las 6, lo que ya de por si es una gran concesión.

La respuesta no se hace esperar: "Bueno, pues nos quedamos por aquí cerca... podemos ir a Santiago de la Espada, que es una hora en coche, y hacemos un par de cumbres, de 1800 y 1900 metros las dos... unas 3 horas 45 o 4 y poco, eñ 90% por senderos".

Yo hago mi cálculo: unas 4 horas de montaña suele ser algo como dos horas y media para subir a las dos cumbres, y una hora y algo en volver al coche, lo que de por sí implica que la salida va a ser poco más que un paseo.

Lo malo es que pasé por alto un "pequeño" detalle. Bueno, dos: lo bien que conocía las alturas de las cumbres y la duración de la ruta que se le acababa de ocurrir que podíamos hacer, y que desde mi casa al pueblo de este amigo, ya es casi una hora de coche, y desde allí hasta el pueblo que mencionó, no es una hora, son dos, así que en total, son unas tres horas de coche hasta llegar. Lo malo es que en ese momento no me di cuenta de ninguna de ambas cosas.

Así que como la cosa me convence, me apunto, a falta de quedar con el otro amigo que suele venir también.

Hasta aquí todo normal. Igual el viernes: quedamos con el otro amigo, y yo me voy de cena con los amigos. Entre una cosa y otra, al final, acabo llegado a casa a eso de las 3 de la madrugada. Pongo el despertador, me echo un par de horas, y tras algunas vueltas "extra" en la cama, acabo por levantarme a las 6 y 20 de la mañana, sin acusar demasiado cansancio, además.

Tal como habíamos quedado, a las 7 estoy en casa de mi amigo, y algunos minutos después salimos a recoger al otro, el culpable de todo. Llegamos a su pueblo un poco antes de las 8, y lo encontramos en el bar de costumbre. Tras los saludos de rigor, y el cafetito para terminar de despertarnos, el "amigo" saca un folio con un mapa, calcado del libro de rutas... que no se ha traído.

Nada más verlo, me doy cuenta de que me ha vendido la moto: lo primero que dice el papel es "Desnivel: 700 m". No es nada del otro mundo, hemos hecho salidas con más desnivel... pero teniendo en cuenta el estado en el que estaba, sí, es una barbaridad.

La siguiente línea no es mucho más alentadora: "3 h 45 a paso rápido". Sólo con eso, ya me empiezan a dar pinchazos en rodillas y tobillos: nuestro ritmo normal, ya de por sí, es rápido. Si además lo especifica en la previsión de tiempo, debe ser algo como que vamos a hacer la ruta corriendo. Algo muy lejos de mis posibilidades en ese momento.

El cabreo ya era importante: no sólo era obvio que me había liado, sino que además, en ese punto ya no podía volverme atrás (o sea, a mi cama), porque hasta allí habíamos ido en el coche del otro amigo, y el mío estaba en su casa.

Resignado, me meto en el coche y cierro los ojos, intentando, por lo menos, aprovechar el viaje para dar alguna cabezadita, cosa que consigo.

Cuando me despierto, casi hemos llegado. Unos minutos después, estamos bajando del coche y preparando las mochilas y demás. Al vaciar mis bolsillos, un últimos vistazo al móvil: las 10. Pero... ¿no era una hora de camino nada más? En ese momento, se hizo patente que me la había colado de verdad. Y lo peor aún estaba por llegar.

Como suele pasar cuando vamos por terreno desconocido siguiendo las instrucciones de alguna guía (que, curiosamente, siempre suelen estar "muy mal indicadas"), nos perdimos. Sin embargo, lo extraordinario de este caso es que esta vez apenas tardamos 20 minutos en hacerlo. Como quien dice, nos perdimos nada más bajarnos del coche.

Y por supuesto, cuando nos perdemos, empiezan las improvisaciones, cómo no, de mano de mi amigo el "liante", que es como los protagonistas de los chistes feministas: es incapaz de reconocer que no sabe por dónde va, y, escudándose en que "lo dice la guía/el mapa" nos hace ir por donde a él le parece, que suele ser en una dirección que se aparta 90 grados del rumbo correcto. Y por supuesto, implica subir y bajar desniveles importantes perfectamente evitables empleando tan solo un poco de lógica.

Hoy creo que hemos bajado unos 50 o 100 metros sólo para cruzar al otro lado de un arroyuelo, para después recuperar la altura, caminar un par de kilómetros, y volver a cruzar al otro lado. Todo esto, porque antes de bajar, se le ocurrió que había que ir a la derecha (cuando en realidad lo lógico era la izquierda, o hacia adelante). Con todo esto, yo ya iba como 50 metros por detrás de mis amigos, principalmente, por tres razones:

1 - Mi condición física no me permitía mantener su mismo ritmo
2 - Poder acordarme a gusto de toda la familia del "liante"
3 - Mantenerme a la distancia suficiente como para no oírlos discutir sobre cuál era la dirección correcta, y mantener así al menos la esperanza de que supieran por dónde iban.

Al final, conseguimos hacer la primera cumbre, tras unas dos horas y media de marcha, mientras que según las notas del libro indicaban que debíamos haber tarddado una hora y media... pero claro "el libro está mal".

Desde la primera cumbre, con la perspectiva desde lo alto, pudimos ver claramente por dónde debíamos haber ido: un sendero bastante bien marcado que iba ganando altura cómodamente, y con el que seguramente hubiésemos llegado a la cumbre en el tiempo previsto. Además, quedó demostrado que ese era "el buen camino" cuando "el liante" sacó de su mochila un estupendo mapa a escala militar de la zona, que dicho sea de paso, nos hubiese ido de perlas al principio para no equivocar el camino.

Un ratito más tarde volvíamos a estar en marcha, y apenas algo más de una hora después estábamos en la segunda cumbre. Allí, ante mis quejas por la paliza que estaba resultando "el paseo", "el liante" demostró su profunda sorpresa y desconocimiento de mis condiciones soltando un "Ah, ¿pero es que vas mal? Haberlo dicho, hombre". Sí, es evidente, debí haberlo dicho: cómo podía esperar que él se diese cuenta de que no estaba en condiciones para una salida así, si sólo se lo había dicho dos días antes, cuando planeábamos la salida. Además, no había forma humana de que notara que yo no estaba bien, sólo tenían que pararse a esperarme cada poco.

Finalmente, bajamos de la segunda cumbre por un pedregal que terminó completamente con mis rodillas y tobillos, pero claro, era "el camino más lógico", así que para qué íbamos a molestarnos en rodearlo. O para qué iban a molestarse en esperarme...

Al final, y tras las preceptivas tres horas de coche, llegué a casa. Me duché, me cambiém cené algo, y hace un par de horas, me metí en la cama... pero aunque parezca mentira, después de haber dormido apenas 3 o 4 horas entre la noche de ayer y las cabezadas que di en el coche, soy incapaz de dormirme...

Moraleja: Nunca salgas "de paseo" por el monte sin estar al 100%, porque "las guías están muy mal indicadas", y lo que en un principio puede parecer un paseo, puede terminar por convertirse en casi una odisea... sin que, por supuesto, sea culpa del que te vendió la moto con la cosa de la salida.

Es decir, que no vuelvo a salir de montaña después de jugar al fútbol sala, o habiendo salido la noche antes,... o aunque sólo me duela una pestaña, que nunca se sabe.

O al menos, no saldré sin pedir el informe completo de distancia hasta el punto de la salida, longitud de la ruta (con el consiguiente mapa), desnivel acumulado y desglose por tramos, previsión meteorológica, duración según diferentes ritmos de avance, y cualquier otra garantía que me pueda parecer interesante.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Análisis ¿forense?

Hoy han venido los del servicio de informática a ver los PCs que nos han hackeado. Esperábamos a algún experto en análisis forense, para que examinara los equipos, evaluara la situación y encontrara los "regalitos" que nuestro intruso nos hubiera dejado para asegurarse la entrada al sistema, así como otras "cosillas" que se dejara para seguir escaneando equipos.

Y, parafraseando a Gila, si los que han venido eran "forenses", sería porque conducen un Ford. O al menos eso me ha parecido, porque se han limitado a mirar los logs de seguridad, tras lo que han llegado a la dificilísima conclusión de que nos han hecho un ataque por fuerza bruta al ssh... Y dicho esto, nos han preguntado qué pensamos hacer (vaciar el equipo e instalar un linux más actualizado, y endurecer la seguridad del ssh), y como les ha parecido bien, se han ido... sin mirar los otros 5 equipos afectados.

Por supuesto, una vez que Pepe Gotera y Otilio (era el "canijo" el que medio hacía algo), el jefe me ha encargado "borrar lo que ha metido el hacker". Y allá que voy.

A ver... el .bash_history... sí, se ha descargado las herramientas aquí... anda, una carpeta oculta dentro de otra carpeta oculta... y esto... parce un bouncer. Anda, un ./httpd... y este PC no llevaba ningún servidor web... te pillé. Y un ./sshd duplicado... mira, mira. Así que por eso tengo estos dos puertos abiertos. ¿Y desde dónde se ha lanzado todo esto?

ln -la... Huy, mira, si en este rc.d me sale un archivillo de otro color... ¿será...? sí, mira tú, es un script... que lanza "cositas" desde /usr/bin/.tmp, ale, otro directorio que me pulo. Pero antes, vamos a echar un ojo a lo que hay... y parece un sniffer ¡con un script para mandar los logs por email! ¡Y un par de módulos para el kernel para borrar su huellas! Pues claro que no había los ni .bash_history... Pues nada, a pulirme el directorio.

¿Y...? Si le cambiamos la clave del root... ¿se queda fuera? cat /etc/passwd... nada raro... cat /etc/shadow... ¿news con contraseña? Te pillé. Fuera contraseña... y éste usuario lo deshabilitamos, por si acaso, que en el otro equipo le había cambiado la contraseña.

Parece mentira, la de cosas que se encuentra uno sin tener ni idea de cómo se hace esto seriamente. Ahora sólo queda volver a conectar a la red el cacharro, y cruzar los dedos para que el lunes no hayan llegado más avisos de que anda escaneando puertos que no debe.

jueves, 6 de noviembre de 2008

¿Cómo le cuentas a tu jefe...

... (que es una autoridad en la simulación computacional) que en el código fuente de su estupenda rutina de correlación (la cual usa desde a saber cuándo, pues hasta está hecha en Fortran 77) tiene un bug que hace que la rutina pase olímpicamente del 80% de los datos que se le suministran?

La respuesta normal sería: "Con mucho tacto".

Pero... ¿cuál sería la manera de hacerlo si además...

... el día anterior le has contado que un hacker no identificado se ha colado en todos los sistemas con linux del grupo de investigación (es lo que tiene usar como pasarela de acceso un pc con Red Hat Linux 7.2 que no ha visto un parche en su vida, y que según la Wikipedia, ha cumplido ya los 7 años)...

... y ya has hecho la primera tentativa de explicarle el problema, disfrazándolo de "problema metodológico", y la cosa ha acabado en lectura de cartilla a tu co-director de tesis por darte el código fuente en lugar de un objeto precompilado?

Pues entonces la respuesta debe ser algo como "Con mucho, mucho, mucho tacto".

Ojo, que no digo nada malo de él, tan solo que es peliagudo plantearle que has podido echar un ojo y encontrado un error en algo que él considera correcto y perfectamente fucional, y como tal, que no debemos tocarlo (por eso lo de darnos el objeto precompilado y no el código fuente: para que podamos usarlo, pero no modificarlo, y previsiblemente, meter la pata, cosa que dicho sea de paso, veo perfectamente lógico).

miércoles, 8 de octubre de 2008

Free as a bird

Tengo ganas de reír.
Tengo ganas de llorar.
Tengo ganas de gritar.
Tengo ganas de saltar.
Tengo ganas de echar a corre y no parar.

Hoy he roto con el pasado, ese pasado aciago que hace poco menos de un año me ponía en la calle. Ese pasado que hace nos hundía la moral cada día, a mí y a mis compañeros.

Hoy, no sólo he defendido mi tesis de máster, sino que lo he hecho ante un tribunal presidido por mi antiguo jefe, compuesto por él, otro profesor, que aunque severo, es justo, y otro profesor al que sólo conocía por su fama de arbitrario: tanto suspende como aprueba a gente basándose únicamente en su impresión.

Me habían contado lo bajo que habían puntuado en la convocatoria de junio, en especial a los alumnos de otro departamento (los tres pertenecen al mismo). Me habían dicho que mi jefe no guardaba ánimo de ensañarse conmigo, pero también sabía que no se lleva nada bien con los otros miembros del tribunal.

Pero sobre todo, estaba inquieto por mí: temía meter la pata, "atascarme", o decir algo erróneo.

Y sin embargo, hice la presentación, algo nervioso, y quizás un poco más apresurado de lo que me hubiera gustado, pero la hice.

Contesté a sus preguntas como mejor supe, aunque en algún caso eso fuese contestar con lo primero que se me ocurrió.

Pero les gustó. Cada miembro del tribunal (por supuesto, cada uno por su lado), me felicitó, tanto por el trabajo (a pesar de que no supone un gran contenido científico), como por la presentación: bien redactado, claro, y bien explicado.

También mis compañeros y tutores me han felicitado, y al final, me he llevado un 9.5 en mi tesis de Máster.

Pero lo que es más importante, he dejado definitivamente atrás los últimos lazos "oficiales" que de alguna manera aún me unían a mi antiguo jefe.

Ahora vuelvo a ser doctorando, esta vez, con una beca "de verdad", en un buen grupo de investigación, donde se hacen cosas interesantes, y donde tanto los jefes como los compañeros son simplemente geniales.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Y van dos veces...

... aunque esta vez no ha sido mi jefe (al fin y al cabo, a todo jefe le gusta presumir de su personal.

Esta vez ha sido uno de los miembros del tribunal de la tesis de ayer el que me ha puesto por las nubes. Y que un experto a nivel nacional diga que le has impresionado, impresiona (valga la redundancia).

lunes, 29 de septiembre de 2008

Mi jefe me saca los colores...

Y pasó el verano.

Un poco más tarde de lo esperado en un principio, pero la beca ya está firmada, y oficialmente ya soy parte del departamento.

La defensa de la tesis de máster es la semana que viene, y una vez pasado ese hito, tocará empezar a trabajar en el doctorado.

Pero por ahora, mañana toca la defensa de la tesis de otro compañero.

Esta tarde ha llegado uno de los miembros del tribunal, un conocido de mi jefe, y ha estado viendo nuestro aparatillo de Light Scattering... y me ha tocado prepararles y llevarles una muestra para medirla.

Y cuando las he tenido listas y se las he llevado, mi jefe me ha presentado:

- "Fulanito, este es [yo mismo], la última y excelente incorporación al grupo".

Y, con lo serio que es mi jefe para las cosas de trabajo, yo rojo como un tomate.

jueves, 31 de julio de 2008

Recapitulemos

Hace ya varios meses que dejé (forzosamente) mi "trabajo" en el grupo de investigación de carbohidratos, pero dado que la matrícula del máster ya estaba pagada, seguí adelante con el máster.

Tuve que cambiar de departamento para buscar una tésis de máster, y al no tener beca, pedir el préstamo renta universidad para subsistir estos meses. Pensé que sería una etapa corta, apenas unos meses, lo suficiente para terminar mi máster y buscar un trabajo.

Llegué pidiendo el favor de que me dejaran trabajar con ellos para sacar una tésis de máster, sin intención de cobrar nada, subsistiendo a base del préstamo y un trabajo por internet. Eso implica mucho trabajo, y apenas nada de tiempo para mí. Y por supuesto, nada de viajecitos de los míos ni otros lujos.

Pero una vez más he tenido suerte. Una suerte increíble: el cambio ha sido como pasar del infierno al cielo: he encontrado nuevos jefes, nuevos compañeros, y también nuevas líneas de trabajo. Los compañeros, geniales; los jefes, estupendos: hasta insistieron en pagarme algo de dinero (eso sí, simbólico, lo justo para desplazarme de casa al laboratorio, pero es algo que se agradece, y mucho). Y el trabajo, bueno, no demasiado interesante, pero suficiente como para como para que mi labor haya "gustado". Según palabras de mi nuevo jefe, están muy satisfechos con mi trabajo, y hace un mes, me hizo una oferta (aquella que no podía rechazar): iba a convocar una beca de formación para sacar el doctorado con ellos, y si me interesaba, sería para mí.

Por supuesto, la respuesta fue sí.

Ahora, la oferta ya se ha materializado, la beca ha sido convocada; el plazo ya se ha cerrado, y desde el martes, la resolución está dictada. Es mía. Aún no me lo han comunicado oficialmente, pero mucho tiene que fallar cuando una profesora, un catedrático y un vicerrector me han felicitado por la beca.

Por fin, puedo volver a mi ritmo. Ya he dejado el trabajo por internet (la beca prohibe realizar cualquier otra actividad remunerada). Los dos últimos fines de semana he estado en Málaga y en una casa rural en la montaña, y el próximo fin de semana me espera Torrevieja. Y después, un mes de vacaciones. Ninguna tarea pendiente, después de varios meses de trabajar más de 50 horas semanales.

martes, 10 de junio de 2008

Cómo cambian los tiempos...

Hacía bastante que no me iba de quedada con gente del irc, pero el pasado fin de semana volví a irme por ahí. Cómo no, a mi manera: charlando con alguien, medio en broma medio en serio, terminé apuntándome a una futura quedada, pensando en que aún no había nada decidido y probablemente fuera para después del verano. Eso fue hace más o menos 10 días.

Pero el lunes pasado me dicen que la quedada es este finde, que hable con otro amigo para confirmarle si voy. Al día siguiente aún me lo estaba pensando cuando este amigo me abre una conversación para decirme que la cosa va ajustada con las camas, que hay que confirmarlo cuanto antes. Así que me apunte.

El viernes me tomé la tarde libre, y a las 4 de la tarde estaba de camino hacia la casa rural. Casi todos los demás ya habían estado allí antes, pero yo no, y aún así llegué sin problemas: una bonita casa rural, aislada en medio de un olivar. Y toda ella para nosotros.


Entre cartas, consolas (sí, tuvimos un par de Wiis y una PS3... manda narices, cómo han cambiado las cosas desde mis primeras quedadas), buenas comidas, copas, baloncito y demás, lo pasamos estupendamente aunque apenas conseguí dormir un puñado de horas entre el viernes y el domingo.

Y para rematar el fin de semana, el domingo por la mañana, paintball. Nunca había jugado, y lo pasé de maravilla. Eso sí, siempre a mi manera: en la última ronda nos quedaban pocas municiones, y no íbamos a comprar más, así que decidimos jugar con lo que nos quedaba. Yo tuve suerte, y conseguí eliminar a 3 de los 4 jugadores del equipo rival infiltrándome por entre ellos y sorprendiéndolos por la espalda, sin disparar una sola vez (nos recomendaron que si conseguíamos acercarnos a 5 metros no disparásemos, porque hacía mucho daño, y simplemente nos dijésemos que estamos eliminados). Y al regresar, mientras vigilaba la bandera y mis compañeros "cazaban" al último contrario, tropecé, se me cayó la pistola, y todas las municiones que me quedaban fueron a parar al suelo. Por suerte uno de mis compañeros me cedió algunas para poder terminar el juego.

En fin, al final, me lo pasé estupendamente todo el fin de semana. Y hasta me traigo algunos moratones de recuerdo del paintball (sí, también me acertaron unas cuantas veces...).

¿Lo peor del fin de semana? El viaje de vuelta (estaba bastante cansado, me dolía todo el cuerpo... y me hago mayor, ya no aguanto lo que antes), y sobre todo, que es posible que hasta me hayan pillado 2 veces con el radar, ambas por despiste, y me da mucha rabia, porque hasta ahora nunca me había pasado.

lunes, 2 de junio de 2008

Una oferta que no podrás rechazar...

(to be continued...)

martes, 20 de mayo de 2008

Casualidades...

Ayer me enteré que habían salido unas ayudas de la comunidad para estudiantes de posgrado. La condición es no ser beneficiario de ninguna otra ayuda. A mí no me vale, porque consideran que lo que tengo sí es una ayuda.

Pero sí me acordé de una compañera que está haciendo el máster con un contrato, así que me guardé la información para pasársela.

Hoy la he visto, y le he dado la información... y por lo visto, no podía haberle venido mejor, porque se acaba de enterar que su jefe no tiene fondos para renovar su contrato, que se acaba dentro de poco.

sábado, 17 de mayo de 2008

Sorprendente...

... cómo cambian la cara y la actitud del dueño (sé que no era un dependiente) de una tienda de informática en cuya tienda que entras un sábado por la mañana mientras abre, y le vas diciendo que quieres encargar un equipo con las piezas que le vas a ir detallando.

Primero, mientras entras, lo ves con cara de "Hay que joderse: sábado, y yo aquí. Tengo que contratar a algún pringao que me atienda la tienda cuanto antes".

En ese momento es cuando te ve y piensa "Bueno, no he terminado de abrir y ya entra el primero de hoy. Con esa cara, seguro que me da la brasa media hora para llevarse el ratón más cutre que tenga", así que atiende, pero con desgana.

Ahí es cuando le dices que quieres un ordenador, que has estado mirando la página web de la tienda, y que ya sabes lo que quieres. Entonces es cuando enciende el ordenador para hacer el presupuesto y piensa "Venga, otro listo... de aquí sale otra anécdota de clientes bobos que contar en el blog".

Se sienta delante del ordenador, y con cara de suplicio, abre la aplicación con la pregunta de "¿Quieres Intel o AMD?". Como a la primera no le oigo bien (más que decirlo, lo murmura entre dientes), me lo tiene que repetir: "Que si va a ser Intel o AMD". Lo dice como pensando "Ahora me dirá que no, que él lo que quiere es un ordenador, y de seguido, me pedirá cuarto y mitad de Gigahertzios y medio kilo de disco duro, sin saber siquiera lo que es una placa base...".

Le digo que Intel, y a la siguiente pregunta ("¿Qué procesador?") le digo que quiero un Quad, el de 2.5 Ghz. Leve cambio en su cara, pero apenas dura unos segundos, como si durante un momento hubiera pensado que sé de qué estoy hablando, pero al segundo siguiente su lado borde le dijera "No, tranquilo, éste sólo quiere que le coloques un 'bicho' de procesador en la placa más barata que tengas...".

Como veo que se atranca un poco con la lista (no encuentra el modelo que le he pedido), le digo que el modelo del procesador es el Q9300. Lo encuentra en la lista y parpadea un par de veces al ver el precio.

"¿Placa?". Esta, la X48T. La localiza en la lista correspondiente, y al llevar la vista al final de la línea, los ojos, que eran poco más que dos rayas hundidas en las cuencas, comienzan a adquirir una forma occidental. El precio ya ha superado el de algunos equipos de oferta de los carteles que tiene colgados por el local, y eso que llevamos apenas un par de componentes.

"¿Y de memoria qué le ponemos?". Se nota el cambio de tono y de trato: ya se ha dado cuenta que la cosa no va de mínimos. "2 gigas, a 1333", y el precio sigue creciendo.

El resto sigue por el estilo, pero el hombre ya se había dado cuenta de que tenía una buena venta entre manos. Hasta quedamos en que intentaría conseguirme el modelo siguiente de procesador, el Q9450, pues en el momento de elegir los componentes estaba en la lista, pero desapareció al poco. Y ya con algo más de confianza, el hombre mira por encima las características de mis componentes y me dice:

- "Va muy bien equipado, y va todo de la mano". - ¿Ha sido eso que se te ha pasado por la cara una muestra de asombro?
- "¿De la mano?" (No lo entiendo a la primera).
- "Sí, micro, placa y memoria, todo en la misma frecuencia de bus... algunos que no saben mucho de esto eligen las piezas cada una con su frecuencia, y luego el rendimiento..."
- "Si, bueno, lo he elegido todo a conciencia". No pude evitarlo: se me escapó la sonrisa, medio por la satisfacción por el equipo, medio por la gracia que me estaba haciendo el cambio en la actitud de este tipo.

Y finalmente, tras dejar a cuenta el 50% del precio del "bicho", me vuelvo a casa, ya impaciente por recogerlo a finales de la semana que viene.

lunes, 28 de abril de 2008

No voy a arreglar su ordenador.


Sí, lo ha vuelto a hacer. A pesar de haberle dicho que me molesta muchísimo, lo ha vuelto a hacer.

Esta vez se ha colado en mi habitación y me ha colocado el teléfono inalámbrico en la mesa, junto al teclado, como quien no quiere la cosa. Y mientras se iba, me dice:
- "Si llaman, cógelo, que es para ti".
Y yo flipando: no suelo recibir muchas llamadas, y de las pocas que recibo, ninguna es al teléfono de casa. Y nunca, nunca, nunca avisan de que me van a llamar. Así que pregunto.
- "¿Cómo que para mí?".
- "Sí, para ti". - En ese momento, ya estaba al otro lado del descansillo.
- "¿Pero cómo que para mí? ¿Quién me va a llamar?".
Silencio. Ya me olía a chamusquina, y la sorpresa se iba transformando en mosqueo.

Y efectivamente. Me iba a llamar un amigo suyo "para preguntarme algo". Un amigo al que no conozco de absolutamente nada, y al que, una vez más, mi madre le había dicho que me llamara para que yo le solucionara su problema informático. Por eso la retirada preventiva: pa mí el muerto, aunque no me haga ni puñetera gracia.

A pesar de que le he dicho como un millón de veces que no lo haga, que me enerva profundamente que vaya por ahí diciendo a sus amigas que si tienen problemas con el ordenador yo se lo arreglo, y que me molesta una barbaridad que me "alquile" por las buenas a gente que no conozco.

Pero a ella le da igual. Lo sigue haciendo. Le debe parecer divertida la cara de 50% cabreo / 50% gilipollas que se me queda cuando me dice "Te va a llamar fulanit@ para que le arregles esto", o "Este fin de semana, cuando tengas tiempo (que quiere decir "cuando a mí me venga en gana decidir que no tienes nada mejor que hacer"), nos vamos a casa de menganit@ y le arreglas el ordenador".

Al fin y al cabo, si yo me ofrezco a echarle una mano con el ordenador a mis amigos, ¿por qué no me iba a poder ella ofrecerme para hacer lo mismo para los suyos? Qué más da que yo ni los conozca ni los quiera conocer.

Por suerte, al final su amigo no ha llamado. Y menos mal, porque estaba considerando muy seriamente las opciones de colgar según llamara, o de cogerlo y decirle que lamentándolo mucho, no voy a arreglar su ordenador a pesar de lo que dijera mi madre. Aunque ahora estoy considerando otra opción: pasarle la factura a mi madre. Seguro que si le pesa en el bolsillo la próxima vez se lo pensará dos veces antes de volver a "alquilarme".

viernes, 25 de abril de 2008

Por el canto de un euro

Por el canto de un euro. O por la cara, mejor dicho (la cara de un euro, se entiende). Por esa pequeña diferencia no me he llevado la Matrícula de Honor en una asignatura del máster.

La asignatura es común a tres másteres, y de los cuatro matriculados, dos eran de másteres diferentes, y los otros dos, eramos del mismo. Y sólo se puede conceder una Matrícula por Máster, por lo que había tres Matrículas a repartir. Los que eran los únicos en sus Másteres las tenían garantizadas, pero yo me la disputaba con otra chica: uno tendría la matrícula, y el otro, sobresaliente.

La diferencia es pequeña: como no hay curso siguiente, la Matrícula no sirve de nada (no puede haber gratuidad de nada), y en cuanto a nota, tampoco hay diferencia: a los dos nos pondría un 10.

Las opciones para dirimir la cuestión eran dos: o hacer un trabajo, o un examen. Lo del trabajo era quizás lo menos apetecible, pues implicaba gastar bastante tiempo buscando información y redactarla, y tiempo es algo que no sobra, precisamente; pero del examen tampoco era mucho mejor, estudiar para luego hacer un examen en el que la mínima diferencia de calidad definiera la nota (aunque fuera contestar a dos preguntas y el otro sólo a una)

Al final, diplomáticamente optamos por el examen, pues siempre podíamos presentarnos sin estudiar nada, y según sugerencia del profesor, si llegábamos a ponernos de acuerdo entre nosotros sobre quién se quedaba la Matrícula, el otro no tenía más que entregar un examen en blanco, pues no perjudicaría a su nota en la asignatura.

Pero según salíamos del aula, hemos seguido hablando, y al final, como a los dos nos daba igual quién se llevara la matrícula, lo hemos decidido a cara o cruz (y yo perdí).

Así que nos fuimos al despacho del profesor y le dijimos que ya lo habíamos decidido entre nosotros, que no había necesidad de examen, y que así le ahorrábamos la molestia de inventarse y corregir el examen, y nosotros nos ahorrábamos el tiempo de estudio.

A él le ha sorprendido. Yo diría que hasta le he notado algo de decepción en el rostro cuando se lo hemos dicho, pero tampoco ha puesto pegas.

Y con eso, el tema hubiera quedado cerrado, pero es que al volver al laboratorio, otra de las compañeras nos comentó que un profesor de otra asignatura le había dicho que en el máster no podían concederse Matrículas de Honor... así que probablemente al final todos tengamos Sobresaliente.

martes, 15 de abril de 2008

Reencuentros (again)

Reencuentros varios: el blog (no, no me he olvidado, sólo he estado procrastinando hasta el infinito), mi ex jefe,y lo más curioso: una medalla que no sabía que había ganado.

Todo (lo de la medalla) vino más o menos así:

La semana pasada, en plena racha de cumpleaños, fue el de uno de mis nuevos compañeros, y le organizaron una fiesta de cumpleaños sorpresa en Elche el sábado pasado, y tuvieron el detallazo de invitarnos. Por supuesto, fuimos, y tras unas cuantas vueltas con sus correspondientes anécdotas, llegamos a donde se celebraba el cumpleaños. Menuda sorpresón se llevó mi compañero.

Y durante la cena, charlando, charlando, resultó que en aquella carrera en la que participé el año pasado (y de la que por cierto se celebra la segunda edición dentro de 10 días) gané una medalla... o mejor dicho "ganamos": fui el primer clasificado de la facultad de químicas, y el 7º en la categoría de universitarios, y entre una y otra cosa, parece que fue suficiente para que químicas quedara como segunda clasificada por facultades (por detrás de informática), y como campeona en participación (7 corredores, por 6 de informática). En resumen: medalla para todos los corredores de química, trofeo y placa conmemorativa... claro que yo no me quedé a la entrega de premios: tras la carrera, unos minutos para reponerme, y de vuelta al laboratorio para que no me cayera la bronca por estar ausente sin permiso.

Y ahora, casi un año después, me entero. Pero lo más gracioso del caso es que algunos de mis actuales compañeros también participaron en la carrera (antes no los conocía), y aunque quedaron bastante mal clasificados, fueron los únicos representantes de la facultad que se quedaron a la entrega de premios, así que se llevaron los trofeos de todos los de químicas.



Ya es tarde para reclamar la que me tocaba, pero de alguna manera, estas medallas me han estado esperando casi un año entero.

Este año han acortado el recorrido en casi un kilómetro, aunque no sé por dónde, por que me parece casi el mismo del año pasado, salvo por el hecho de que, a diferencia del año pasado, ahora se sube dos veces por un desnivel bastante duro.

Lo malo es que este año, aunque me hubiese gustado, no participaré en la carrera: por un lado, no estoy en forma como para hacer un buen papel, y por otro, ese día tengo una charla-clase a la que no puedo faltar. Una lástima, porque me hubiera gustado participar, aún sin posibilidades de hacer nada.

lunes, 28 de enero de 2008

Resurgir

Ha pasado una vida entera. El mundo se ha hundido y ha vuelto a resurgir. En noviembre me quedada sin "trabajo", sin ingresos, y con un máster para el que no tenía tesis final.

De eso hace dos meses. Busqué trabajo y hasta hice alguna entrevista, pero al final decidí terminar el máster. Conseguí una ayuda del ministerio para salir adelante mientras lo terminaba (aunque sea pan para hoy y hambre para mañana). También me han conseguido otra forma de sacar algún dinerillo extra, y en las últimas semanas, he conseguido que me admitan en otro departamento, con cambio de matrícula incluido, para hacer la tesis de fin de máster.

Y ahora, cuando las cosas empiezan a rodar de nuevo, recibo una llamada de un ex-compañero. Me dice que uno de los proyectos se termina, y que en la empresa están seleccionando personal para incorporar a un responsable de producción, con un perfil similar al mío y buen sueldo. Y lo más sorprendente: que mi ex-jefe les ha dicho que si conocen a alguien a quien pueda interesar, que se lo cuenten, y de paso, ya que ellos aún deben tener contacto conmigo, que me lo contaran también a mí, pero que él no iba a llamarme.

Desde luego, es alucinante que a estas alturas aún se acuerde de mí, y más tratándose de algo "bueno"... aunque nunca se sabe.