jueves, 26 de julio de 2007

Síndrome de Estocolmo

Quién lo iba a decir. Después de lo de ayer, resulta que al final, cogemos las vacaciones mañana a medio día. Seguro que tiene algo que ver que E y V (que ya está de camino a casa) aceptaron la invitación del jefe para ir a cenar con él.

El caso es que ahora que tengo las vacaciones encima, como quien dice, no sé qué voy a hacer con mi vida este verano, y ya empiezo a echar de menos el laboratorio... aunque al jefe no, por supuesto.

Al menos aún me queda la cena de despedida, mañana por la noche, aunque no estará toda la gente que a mí me gustaría...

miércoles, 25 de julio de 2007

Siembra vientos, recoge tempestades

Nuevo capítulo en la "guerra" con mi jefe. Pero para variar, esta vez ha sido él el ofendido, y nosotros los que nos hemos reído bien a gusto.

Creo que ya había comentado antes que en el arranque de mala leche de la semana pasada abolió la fiesta despedida de la chica mexicana que teníamos haciendo una estancia con nosotros (llamémosla "V"). Por supuesto, la despedida no podía quedarse en un simple reparto de besos y poco más, así que enseguida decidimos que hoy nos iríamos a comer todos juntos por ahí (eso sí, entre 2 y 4, para no perder ni un instante de horario laboral).

La sorpresa ha llegado cuando, a última hora de la mañana, y de pura casualidad, mi compañero de laboratorio (llamémosle "R") y yo, oímos que en el despacho del jefe la otra doctoranda que hay hay entre nosoros ("E") le decía al jefe "Es que hemos quedado todos para ir a comer hoy". Fue lo único que oímos de la conversación, y ambos quedamos sorprendidos al ver que E le contaba tan campante al jefe que éramos capaces de organizar una comida de despedida sin decirle nada.

Al poco tiempo, E y V salieron del despacho del jefe, y les hice la pregunta obligada: cómo podían haberle dicho eso tan tranquilamente. Y cayó la bomba: el jefe las había invitado a comer con él, pero sólo a ellas dos, porque con el resto "no está nada contento".

Ante tales perspectivas no les quedó otro remedio que confesar que ya tenían planes con nosotros. Él, al principio, fue incapaz de comprenderlo, y luego se sorprendió, no sabemos si porque no se esperaba que se nos ocurriera organizar nada, o porque no esperaba que lo hiciéramos sin invitarle también a él, cosa que estaba más que clara tal como están las cosas desde la semana pasada.

Por supuesto, E y V no aceptaron la invitación, y él debió quedar bastante impactado, porque al irse a comer ni siquiera se despidió, cosa con la que cumple religiosamente todos los días, esté del humor que esté. Desde luego no esperaba que organizáramos nada sin contar con e´, y mucho menos, que E y V rechazaran su invitación para venir a comer con nosotros.

Y está más que claro que nosotros nos hemos reído bien a gusto cuando E nos lo ha contado todo con pelos y señales. Para ella ha sido una situación bastante incómoda, pero lo ha llevado estupendamente, y desde luego, le ha echado un buen par de narices, tal vez porque ella también está harta de las tonterías del jefe, aunque por motivos diferentes a los demás.

Eso sí, después de la de hoy, si desde la semana pasada hubo algún momento en el que hayamos estado cerca de conseguir de nuevo vacaciones el 30 y el 31, ahora está más lejos que nunca. Pero en mi opinión, merece la pena trabajar esos dos días y que por una vez sea el jefe el que se vaya a casa descontento.

martes, 24 de julio de 2007

Fin de semana en Moratalla

Entre mis viejos amigos del colegio e instituto se ha creado una costumbre: cada año, un fin de semana a finales de julio, reservan una casa rural cerca de Moratalla y se reúnen para pasar un fin de semana estupendo.

Hasta ahora yo no había participado nunca, la primera vez que se hizo, porque andaba por ahí de viaje, y el año pasado, por desconocimiento, pero este año me apunté, y la verdad es que mereció la pena, aunque a punto estuve de perderme el "comienzo".

En principio se organizaría todo para el último fin de semana de este mes, pero el pasado jueves me apareció un amigo en el messenger con la siguiente pregunta: "Oye, tú te vienes MAÑANA, verdad?". Dudé un momento, pero enseguida caí en que se refería a la casa de Moratalla.

Me pilló completamente fuera de juego, pues por lo visto todo se había adelantado una semana, y nadie se había acordado de avisarme, así que ahí estaba yo: con la bronca del jefe por las "ausencias" aún reciente, con planes para salir rumbo a la casa a las 18:00 del día siguiente (viernes laborable, por supuesto), la compra sin hacer, la maleta sin preparar y la casa sin recoger.

Mi primera respuesta era evidente: "No voy a poder ir con vosotros, llegaré más tarde o mañana", lo cual entrañaba un problema añadido: como era la primera vez que iba, tampoco sabía exactamente donde era el sitio (aunque sí tenía una idea bastante aproximada).

Después de pensarlo un rato, cambié de idea. Tenía que ir con el resto, ya que la reserva era para dos noches, y perderme una (llegar más tarde no era una opción, con todo lo que tenía pendiente por hacer) no era plan. Además, qué leches, me apetecía muchísimo, y me vendría genial para desconectar un poco, a parte del extra de volver a ver a gente que hacía meses que no veía.

Así que lo decidí: hablaría con el jefe y le diría que me tomaba la tarde del viernes. Así podría limpiar la casa, hacer las compras y preparar la maleta con tranquilidad, y llegar con tiempo de sobra al punto de reunión con todos los demás.

Sólo me falló un pequeño detalle: el viernes por la mañana me olvidé de decirle al jefe que me tomaba la tarde. Así que allí estaba yo, a las tres de la tarde, camino de casa y con la mala conciencia de no haber avisado al jefe de que no iría... aunque por lo menos se lo había dicho a mi compañero de laboratorio, de forma que si el jefe preguntaba, por lo menos él podría decirle dónde estaba y por qué no había ido a trabajar.

Finalmente, conseguí mi objetivo: me reuní con los demás y todos juntos emprendimos el viaje. Poco a poco me enteré del planning para el fin de semana: campeonato de volley, gimkana, juegos varios, comilonas, etc etc. Eso sí, el tiempo no pasa en balde: yo esperaba música alta y fiesta y jolgorio hasta altas horas de la noche, pero ambas noches no quedaba nadie en pie a las tres de la madrugada, aunque eso no quiere decir que faltaran las copas o la diversión.

Pero vaya que si el tiempo no pasa en balde: entre los 18 que nos juntamos, ya había tres parejas casadas, una de ellas con una niña (a la que se llevaron, por supuesto), otra pareja que se casa en octubre, y otra amiga que aprovechó para anunciarnos que también se casa el año que viene. Eso sí, por lo menos me quedaba el consuelo de no ser el único soltero sin compromiso en el grupo.

Sea como fuere, lo pasamos de maravilla el fin de semana, a pesar de que de vez en cuando me asaltaba la certeza de que el lunes por la mañana me esperaba una buena bronca por ausentarme sin permiso...

Y por supuesto, llegó el lunes. Y yo, con agujetas en los brazos (y especialmente en las muñecas) de jugar al volley-piscina, moreno por el sol, pero sin haber llegado a quemarme, físicamente agotado por el ajetreo, medio dormido por las horas de sueño arrastradas desde el jueves anterior, pero con una sonrisa de oreja a oreja llego al laboratorio a la hora de siempre, para enterarme que, a pesar de notar mi ausencia (somos 2 en el laboratorio, como para no notar la falta de uno...), el jefe ni tan siquiera había preguntado por mí.

martes, 17 de julio de 2007

Tambores de guerra

Hoy ha vuelto a abrirse la caja de los truenos, y como consecuencia, las vacaciones vuelven a alejarse una semana. Todo a cuenta de los cortes de electricidad en las facultades por mantenimiento eléctrico.

Resulta que mis compañeros sabían ya desde la semana pasada que ayer les tocaría mantenimiento en su edificio, y que estarían toda la tarde sin luz, así que le plantearon a mi jefe tomarse libre esa tarde. Él no dijo nada en contra. Sin embargo, durante el fin de semana debe haber cambiado de idea, y ayer por la tarde se encendió con el tema. Y cómo no, el amigo "Shakiro" le estuvo malmetiendo. Resultado: que esta mañana le decimos que hoy toca el mantenimiento en nuestro edificio, y que para aprovechar el día, le proponemos hacer jornada intensiva y tenerlo todo terminado para cuando corten la luz. Ni nos ha escuchado, y por supuesto, bronca al canto.

Al cabo de un rato, ha salido del despacho, nos ha colgado una nota junto a la puerta y se ha ido, sin decir mucho más. Al otro laboratorio ha llegado encendidísimo. No ha dejado ni hablar a mis compañeros. Les ha soltado el mismo discursito que a nosotros, les ha colgado la misma nota, y aún encendido como un tomate, se ha vuelto a marchar.

El contenido de la nota se resume en estos tres puntos:
- Vacaciones del 1 de agosto en adelante. Ni una sola tarde libre hasta entonces.
- Informe de todo lo hecho por cada uno desde enero para el día 26.
- A partir de septiembre, se ficha con tarjeta para saber cuando entra y sale cada uno.

Básicamente, el contenido se resume en que revoca lo que dijo de librar las tardes del viernes que nos queda y que el 25 fiesta de despedida, el 26 para atar cabos sueltos, y el 27 ya vacaciones (por supuesto, sin tener en cuenta que alguno hayamos podido hacer alguna reserva que no podamos cancelar sin perder el dinero), y tanto eso como los otros dos puntos son "pa joder".

Entre eso y alguna otra fantasmada, mis compañeros han cogido un cabreo tremendo. Habían decidido hacer un plante en su despacho a las 12 de hoy, pero mientras esperaban a que llegase una compañera, el otro se ha escapado a hacer unos recados unos 15 minutos antes de la "hora cero". Luego no ha habido forma de pillarle, y para esta tarde, los ánimos ya estaban calmados, y todo ha quedado en que se ignoraban entre ellos (mis compañeros a mi jefe y viceversa).

Al final, mañana me va a tocar a mí coger la famosa nota, tirar de aplomo, e intentar hacerle ver al jefe que lo único que va a conseguir con esa nota es crear mal ambiente, y que el que más necesita coger vacaciones cuanto antes es él mismo, porque si hay algo que no sabe hacer es soportar el estrés. No hay más que verlo: en cuanto viene estresado, acabamos todos enfadados.

Quién me mandará a mí meterme en estos berenjenales...

lunes, 16 de julio de 2007

Necesito vacaciones.

Sí, las necesito, y no, esta vez no es a causa de mi jefe. Es decir, al menos no es por eso por lo que me lo he notado esta vez.

Sé que necesito vacaciones porque hace un ratito estaba yo fregando los platos de hoy, comida (a medio día no me da tiempo a fregarlos) y cena, y ya estaba terminando, cuando en determinado momento, bajo un momento de las nubes para encontrarme a mí mismo, con un plato recién fregado en la mano izquierda, y la derecha y la vista despistados buscando un frasco lavador de agua destilada para enjuagarlo...

(Nota para los "no iniciados": en el laboratorio, el material de vidrio se lava primero con agua del grifo, y luego se enjuaga con agua destilada y acetona para eliminar cualquier resto soluble en esos disolventes).

domingo, 15 de julio de 2007

Otro fin de semana...

Unas cuantas horas libres, y las cosas vuelven a su cauce.

Ayer era otro de tantos sábados del último año. Empezaban a asaltarme los pensamientos acerca de cómo iba a ser este verano para mí. A pesar de mis planes de viaje, éste va a ser un verano muy largo.

Tal como estaba siendo el sábado. Y justo en ese momento, aparece un amigo en el messenger. Por lo visto, ya está de vacaciones, y aquí. Al final, acabé yéndome con él y otro par de amigos a tomar algo por ahí, hasta las tantas de la madrugada.

Lo pasé muy bien, charlando de videojuegos de "aquellos maravillosos años", recordando los viejos tiempos. Pero hoy tocaba volver a la realidad: me he pasado todo el día metido en casa, completamente solo (mi madre está por ahí de vacaciones), y mis pensamientos volvieron al punto donde quedaron ayer.

Me siento solo. Me falta gente en mi vida, más amigos. Especialmente echo de menos el tener a alguien con quien compartir las cosas. Pero no es fácil. Nunca he tenido don de gentes, siempre he tenido un carácter distante, y tampoco he encontrado a mucha gente con la que llegase a "conectar". En cuanto a salir con alguien... es cierto que todo ha cambiado mucho el último año, pero, ¿quién iba a tener el menor interés por salir conmigo? y eso, suponiendo que yo no metiera la pata hasta el fondo tal como acostumbro a hacer.

En fin. Alguien me ha aconsejado que tal vez no fuera mala idea cambiar de aires, e irme, al menos una temporada, a otra parte e intentar empezar desde cero. En ese momento, fue algo que me parecía imposible. Sin embargo, la semana pasada, durante un instante, hasta se me antojó apetecible. Me había dado este fin de semana para pensarlo y de ser el caso, apuntarme a una oferta de empleo, lejos, muy lejos de aquí. Al final, he aparcado el asunto y no he decidido nada. Pero supongo que no pierdo nada por apuntarme a esa oferta de trabajo.

jueves, 12 de julio de 2007

Acoso y derribo

Tras algunos días de aparente mejoría (por fín conseguí sintetizar uno de los productos que tenemos como objetivo... ahora solo faltan... ¿otros 30?), las cosas vuelven a estar como siempre: tensas.

El jefe sigue en el mismo plan, o peor. Ahora amenaza con echar a todo el mundo y contratar a un químico "bueno" por 3000 o 4000 euros al mes y que le saque adelante 4 proyectos. Probablemente no se lo crea ni él, pero va por ahí rajando de todo el mundo (no cumplimos horarios, no ve interés, los almuerzos se van a acabar... ya no deja ni poner la radio en los laboratorios), y eso crea muy mal ambiente. Lo de echar a todos no es problema... todos los que están con beca de empresa están deseando irse.

En cuanto a mí... tampoco me escapo. Según él (y por supuesto no me lo ha dicho a mí, si no que se lo ha ido contando a los demás a mis espaldas, como hace siempre), creía que valía, pero ya se ha dado cuenta de que no. Y mientras tanto, insiste en que tengo que poner 10 reacciones al día (cuando sólo hay equipo para 3, y somos 2 en el laboratorio), para que por lo menos por estadística, alguna dé buen resultado. Evidentemente, la cantidad y la estadística no bastan: también hay que variar las condiciones de las reacciones, porque no sirve de mucho poner un montón de veces la misma reacción... y a mí ya se me acaban las ideas, y él tampoco me da nuevas. Hemos probado de todo, y nada funciona, pero él insiste en que tiene que funcionar. Por narices. Y como no funciona, el inútil soy yo.

Debe creer que disfruto no sacando resultados. O que lo hago a posta para hacer el vago, o que si me quedara el doble de horas en el laboratorio las cosas sí saldrían. El caso es que por mucho que me desanime el ver cómo van las cosas, por su parte todo es machaque, nunca una palabra de ánimo.

Hace un par de semanas me planteaba ponerme una fecha límite, y si para entonces la cosa no había avanzado sustancialmente, empezar a mirar otras cosas. Esta semana, ya no hay fecha límite: esta semana sólo está la certeza de que, de seguir así, llegará un día en que se me agote la paciencia y el estrés me desborde. Entonces, sé que le soltaré cuatro verdades (que por ahora he conseguido callarme), y después no me quedará otro remedio que dejarlo, tenga o no buscada alguna alternativa.

Mientras tanto, cuento las horas que faltan para el fin de semana, y los días hasta el momento de coger vacaciones...

lunes, 2 de julio de 2007

Batiendo récords

Sí, hoy hemos batido un récord. O mejor dicho, lo ha batido mi jefe, él solito.

Hoy es lunes, 2 de julio, y toca volver al trabajo después del fin de semana. No importa, porque este fin de semana ha sido bastante bueno: buen tiempo, el sábado por la mañana, paseo por la montaña, y por la tarde, a descansar, y el domingo, barbacoa en la playa con los compañeros y excompañeros de trabajo. Además, esta noche he dormido muy bien, y hoy (en realidad, todo este mes) toca piscina, así que antes de comer me refrescaré un poco. Así que llego por la mañana a trabajar de muy buen humor.

9:22 Llego al laboratorio y empiezo a preparar cosas.

9:25 Llega el jefe, y no hemos cambiado 3 frases cuando ya me está cayendo la bronca.

9:27 Ha terminado conmigo y se va a su despacho. Pasó el chaparrón... ¿o no?

9:30 Vuelve al laboratorio, hecho un energúmeno: "En el otro laboratorio no hay nadie... no cogen el teléfono... esto es un cachondeo, esto lo termino yo... los despido a todos y contrato a otros...", es decir, en su línea habitual, rajando de todo el mundo. Sólo que esta vez, todo acompañado de movimientos caóticos de brazos y piernas, mientras yo fregaba mi vidrio sin hacer apenas caso de él, salvo una mirada soslayada de vez en cuando para comprobar que aún seguía ahí.

9:35 Aparece mi compañero de laboratorio, preguntando si el jefe había preguntado por él. Le respondo que preguntar no, que directamente se ha puesto a rajar, y que tiene el día de perros, que si puede, lo evite. Ni corto ni perezoso, va su despacho para decirle que ha estado metido una hora en un atasco en el puerto. Y al volver me dice que se ha reído y que ha dicho que no pasada nada... Alucinante.

En resumen: esta vez no ha necesitado ni 10 minutos para borrarme el buen humor y amargarme la mañana, el día y el resto de la semana (salvo que pase algo tan bueno que me haga olvidar esto), porque después de eso, el único pensamiento que me ha quedado es que, tal como él mismo dice, a este paso no voy a terminar la tesis. Pero no por falta de resultados, sino porque no voy a soportar mucho más tiempo esta clase de comportamiento.

Y lo "mejor" es que en menos de 10 minutos ha pasado de ser un mono cabreado al tío más simpático y sonriente del mundo. De ciclotímico total.