miércoles, 22 de noviembre de 2006

Querido diario...

Ayer mismo hablaba con una amiga. Me contaba que le faltaba tiempo para escribir en su blog, como me pasa a mí (supongo que se notará: llevo 3 posts en un día después de casi 3 semanas sin publicar nada... si no contamos el spam que se me estuvo colando a través de la publicación por email, claro). Y dijo algo más que coincidía perfectamente con una idea que yo tenía desde hace tiempo.

Se trata de una idea al estilo de esos tópicos que circulan por ahí acerca de la gente que se "mueve" por internet, como ese que dice que todos los que conectan regularmente al irc es porque en su vida tienen algún tipo de carencia (no es que esté de acuerdo con eso, pero es lo que se oye por ahí).

Aunque en este caso, no se restringe a internet, es algo un tanto más general. Al fin y al cabo, los blogs personales (al estilo de este, donde cualquiera puede contar sus inquietudes, vivencias diarias y demás pensamientos varios) no son más que una versión moderna, electrónica y pública de los viejos diarios que se escribían antes de la aparición de internet. Con la salvedad de que, a diferencia de la mayoría de los diarios, los blogs son públicos y cualquiera puede leerlos. Otra cosa es si el anonimato que ofrece la red es suficiente como para que nos atrevamos a escribir aquellas cosas que sólo escribiríamos en un diario del que "supiéramos" (pensáramos, más bien, porque no serán pocos los casos de diarios que han sido leídos por quien no debían) que no iba a ser leído por nadie.

El caso es que esta idea es la de que empezamos los diarios en momentos en los que necesitamos ordenar nuestras ideas, ya sea anotándolas en un libro, cuaderno, etc, o lanzándolas al vasto internet para que alguien tropiece con ellas.

En esos momentos extraños (malos momentos, angustias, dudas, o a veces incluso, ataques de creatividad y/o necesidad de expresión y/o necesidad de contarle nuestras penas a alguien, aunque sólo sea una página de papel), comenzamos nuestra labor de publicación. Soltamos lo que nos ronda la mente en ese momento, y descargamos nuestras inquietudes mientras cavilamos sobre ellas, dándoles forma y sentido, buscando aspectos que nos hayan pasado desapercibidos, quizás incluso soluciones, mientras hacemos girar y retorcerse como un cubo de Rubik aquello que perturba nuestra mente.

Luego, durante un tiempo, volvemos a nuestro diario/blog. Narramos las cosas que siguen pasando por nuestra mente, nuestras vivencias o la evolución de la situación, y estiramos nuestra "creatividad" durante una temporada.

Pero finalmente, sale a relucir nuestra humanidad. Los problemas se olvidan o se aceptan, los asuntos pierden importancia, y la pasividad acaba por vencer a la creatividad. La necesidad de escribir aquello que nos preocupa, de ordenar nuestras ideas, desaparece.

Entonces, los diarios/blogs llegan al momento en el que se encuentra este: publicaciones esporádicas, cada vez más esporádicas. Posts de culpabilidad publicados por el cargo de conciencia que supone haber abandonado algo que se comenzó con tan buenas intenciones...

Y al final, como pasa con tantas cosas que nacen sin un objetivo definido, los diarios/blogs acaban cayendo en el olvido, generalmente, con un post ignorante de su destino: epitafio de una obra inacabada que no pretender serlo.

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