miércoles, 25 de julio de 2007

Siembra vientos, recoge tempestades

Nuevo capítulo en la "guerra" con mi jefe. Pero para variar, esta vez ha sido él el ofendido, y nosotros los que nos hemos reído bien a gusto.

Creo que ya había comentado antes que en el arranque de mala leche de la semana pasada abolió la fiesta despedida de la chica mexicana que teníamos haciendo una estancia con nosotros (llamémosla "V"). Por supuesto, la despedida no podía quedarse en un simple reparto de besos y poco más, así que enseguida decidimos que hoy nos iríamos a comer todos juntos por ahí (eso sí, entre 2 y 4, para no perder ni un instante de horario laboral).

La sorpresa ha llegado cuando, a última hora de la mañana, y de pura casualidad, mi compañero de laboratorio (llamémosle "R") y yo, oímos que en el despacho del jefe la otra doctoranda que hay hay entre nosoros ("E") le decía al jefe "Es que hemos quedado todos para ir a comer hoy". Fue lo único que oímos de la conversación, y ambos quedamos sorprendidos al ver que E le contaba tan campante al jefe que éramos capaces de organizar una comida de despedida sin decirle nada.

Al poco tiempo, E y V salieron del despacho del jefe, y les hice la pregunta obligada: cómo podían haberle dicho eso tan tranquilamente. Y cayó la bomba: el jefe las había invitado a comer con él, pero sólo a ellas dos, porque con el resto "no está nada contento".

Ante tales perspectivas no les quedó otro remedio que confesar que ya tenían planes con nosotros. Él, al principio, fue incapaz de comprenderlo, y luego se sorprendió, no sabemos si porque no se esperaba que se nos ocurriera organizar nada, o porque no esperaba que lo hiciéramos sin invitarle también a él, cosa que estaba más que clara tal como están las cosas desde la semana pasada.

Por supuesto, E y V no aceptaron la invitación, y él debió quedar bastante impactado, porque al irse a comer ni siquiera se despidió, cosa con la que cumple religiosamente todos los días, esté del humor que esté. Desde luego no esperaba que organizáramos nada sin contar con e´, y mucho menos, que E y V rechazaran su invitación para venir a comer con nosotros.

Y está más que claro que nosotros nos hemos reído bien a gusto cuando E nos lo ha contado todo con pelos y señales. Para ella ha sido una situación bastante incómoda, pero lo ha llevado estupendamente, y desde luego, le ha echado un buen par de narices, tal vez porque ella también está harta de las tonterías del jefe, aunque por motivos diferentes a los demás.

Eso sí, después de la de hoy, si desde la semana pasada hubo algún momento en el que hayamos estado cerca de conseguir de nuevo vacaciones el 30 y el 31, ahora está más lejos que nunca. Pero en mi opinión, merece la pena trabajar esos dos días y que por una vez sea el jefe el que se vaya a casa descontento.

No hay comentarios: