Fatiga
Mis muslos han recuperado el tamaño que tenían hace un año, antes de empezar a perder peso. Sin embargo, donde antes había grasa, ahora hay músculo: una potencia física como no he tenido en mi vida.
Y hoy, cada centímetro de músculo es dolor. Sobre el cansancio acumulado de toda la semana pasada se acumulan las casi seis horas de caminar por la montaña del pasado sábado, y el día de ayer no basta para borrar el recuerdo de semejantes excesos.
Desde que esta mañana me puse en pie, mis piernas piden clemencia y descanso. Me incitan a abandonar la rutina y abandonarme al reposo. El castigo por semejante traición es la misma rutina de todas las mañanas: 5 kilómetros de carrera y otros dos de caminata, aunque debido al cansancio parecen el doble.
Ahora, ya duchado y fresco, cada paso es la consciencia de la debilidad acumulada en mis piernas y una punzada en mi rodilla, el recordatorio de mis propios limites, la consciencia de una necesidad de descanso que no llega.
Y si sigo en pie es únicamente por terquedad. Me niego a rendirme: siempre hay para un paso más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario