miércoles, 16 de mayo de 2007

Primer día

Me levanto como perdido. Tengo por delante la misma rutina de todos los días, y sin embargo, no sé por dónde empezar. Me cuesta unos minutos hacerme a la idea, pero acabo tomando el mismo café de todos los días, poniéndome el chandal y las zapatillas y a la calle.

Hago mi circuito de siempre. Pero hoy algo es diferente: el mundo pasa a mi alrededor más despacio de lo que recuerdo que suele hacerlo. Mi cuerpo, aún cansado, responde como si no fuera mío. Y sin embargo el reloj dice que llevo el mismo ritmo de siempre.

Vuelvo a casa, y al llegar es como si me hubiera teletransportado: el camino de regreso apenas lo recuerdo. La ducha pasa en un instante y en cuestión de minutos estoy vestido para ir a trabajar.

Como siempre, bajo a la cocina... ¿a hacer qué? Claro, el macuto del gimnasio... entonces, ¿por qué no he bajado la ropa ni las zapatillas de deporte? Otra vez arriba.

Dos viajes más tarde, estoy listo para salir y me pongo en camino. Hasta el camino a la universidad me ha parecido diferente, y sin embargo, hoy es un día como cualquier otro. Nada lo diferencia de cualquier otro miércoles de este año.

Nada, salvo un pequeño detalle: hoy, por primera vez en varias semanas, cuando esté en el laboratorio y oiga la puerta, sé que al ir a ver quién entra, no voy a encontrarme con esa mirada arrebatadora que me trae de cabeza.

No hay comentarios: